El empresario de la construcción Toribio Ayapantecatl Xicohténcatl, de 52 años de edad, fue muerto a balazos frente a su esposa e hijos en su establecimiento comercial que se ubica sobre la carretera que va del municipio de Amaxac de Guerrero a Santa Cruz Tlaxcala, a manos de dos delincuentes quienes momentos antes lo habían asaltado y quitado una suma importante de dinero.
Vecinos del lugar reportaron que aproximadamente entre las 16 y 17 horas del pasado sábado 11 de febrero, escucharon detonaciones de arma de fuego y posteriormente gritos de auxilio que salían del establecimiento comercial del empresario, por lo que salieron a la calle para cerciorarse de lo ocurrido y vieron que la esposa y sus hijos pedían auxilio porque el empresario estaba sangrando de muerte.
Acto seguido, llamaron a los servicios de emergencia para auxiliar a Ayapantecatl Xicohténcatl, pero luego de la espera arribó una ambulancia de la Cruz Roja Mexicana; sin embargo ya no pudieron salvarle la vida pues había fallecido, por lo que dieron parte a las autoridades de la Procuraduría General de Justicia del Estado.
Más tarde arribó el Agente del Ministerio Público y el Servicio Médico Forense (Semefo) quienes levantaron el cadáver e iniciaron las primeras investigaciones para dar con el paradero del o de los responsables de los asesinos.
Por otro lado, la policía municipal de Amaxac, en coordinación con elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado y de la policía ministerial, implementaron un cerco policiaco para dar con el paradero de los responsables, sin embardo, el operativo no rindió frutos pues no pudieron localizar a los asesinos.
A su vez, comerciantes establecidos del centro de Amaxac de Guerreron manifestaron su más enérgica protesta en contra de las autoridades municipales y estatales por la falta de seguridad pues viven un clima de inseguridad al registrarse este tipo de acontecimientos.
En ese tenor, exigen a las autoridades investigar y detener a los responsables de este cobarde acto para castigarlos con todo el peso de la ley, pues consideraron que el empresario de la construcción no debía morir porque era un hombre honorable, trabajador y dedicado a su familia.
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